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Recuerdo que al llegar ni me miraste. Fui solo una más de cientos, sin embargo fueron tuyos los primeros voleteos. 
¿Cómo no pude darme cuenta de que hay ascensores prohibidos, que hay pecados compartidos? Que tú estabas tan cerca. . . Me disfrazo de ti, te disfrazas de mi, jugamos a ser humanos en esta habitación gris. 
Muerdo el agua por ti, te deslizas por mi, jugamos a ser dos gatos que no se quieren dormir.
Mis anclajes no pararon tus instintos ni los tuyos mis quejidos. Dejo correr mis tuercas y que hormigas me retuercen. Quiero que no dejes de estrujarme sin que yo  te diga nada y que tus yemas sean legañas enganchadas a mis vértices.
No se que acabó sucediendo, solo sentí dentro dardos, nuestra incómoda postura se dilata en el espacio, se me hunde el dolor en el costado, se me nublan los recodos, tengo sed y estoy tragando, no quiero no estar a tu lado. Jugamos a ser dos gatos que no se quieren dormir.

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