Martes

No, no me cuentes eso a mi, no te atrevas ni a... así no es como se trata a una amiga, por muy perturbada que esté tu cabeza las cosas no se pueden definir así, sin más.
¿Besándome los sábados por la noche? ¿Agarrando mi mano, los días entre semana, cuando voy caminando por la calle y la estiro hacia atrás? ¿Tener planes para dos cada domingo?
Se que tienes miedo, pero defiendo que todo el mundo debe arriesgar y quererse y los dos sabemos que nos queremos.
No sé que ha sido del tímido roce de tu nariz por los distintos rincones de mi cuerpo ni de los pasos de astronauta por cada uno de mis lunares. Ya nadie agarra mi mano cuando voy caminando por la calle y la estiro hacia atrás. Nadie pasea conmigo, agarrados, como dos niños perdidos que no se deben separar.
Ya no hay domingos en mi calendario, nadie abraza mis abrazos después de comer. ¿Dónde ha quedado que no sea el helado quien se derrite, sino nosotros al compartirlo?
Yo tenía horario para la televisión, era jueves y viernes a partir de las 23:30, dime que han cambiado las horas, o los días, porque hace mucho tiempo que no la veo. . .

Bienvenido, otoño.

Y con las primeras ráfagas de frio llega el color amarillo mostaza del otoño, me gusta mucho esta estación, quizá no tanto como me gusta él, pero aún así me gusta. Últimamente le doy poca importancia a ese sonido molesto del reloj, es algo así como un tic-tac que se repite en silencio que parece marcar el tiempo que ya no está. Tiempo que, en mi caso, ha sido derrochado en cosas insignificantes, cosas pequeñas, cosas vanas...
Quizá haya manera de recuperarlo, y de prometer cosas que vayan a cumplirse, pero no lo se. Tampoco se como recibir al otoño, si de manera que ese tic-tac se oiga solo de vez en cuando y sea yo la que esté al otro lado sonriendo y sabiendo que ese sonido está perturbando la cabeza de otros o permanecer en silencio escuchándolo.
Él quiere su tiempo, yo necesito mi tiempo, pero prometo que en cuato pueda le llevaré a un lugar en el que el mundo nos quede muy lejos y nos podamos besar. Ese día alomejor no llega, pero el día de hoy ha llegado y quizá en este mismo instante esté dormido, me jugaría lo que sea a que tiene la pierna derecha estirada y la izquierda un poco flexionada, lleva exactamente 76 minutos en esa posición y quizá esté invadiendo un pequeño hueco entre sus sueños. Jamás lo sabré.
También sé como es el olor de su piel los días que se le olvida echarse colonia, días como los de hoy por la tarde, días cualesquiera, días de otoño.


No te vayas, no me dejes, ahora no, ¿vale?

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