Querido tú II


Ya es invierno,son las 12 y algo más de la noche de un sábado cualquiera y he vuelto al parque donde te escribí la última vez. Hoy es diferente, ya no puedo escribir para decirte que te quiero a mi lado, sino para hacerte sonreír por estar a mi lado.Hoy no hay bicis paseando por el retiro,así que hoy no habrá interrupciones de ese tipo, supongo que nadie quiere notar el frío helador en los huesos pero a mi me parece bonito pasear por aquí repleta de ropa calentita e ideas para escribir.


Me remito a los días del último verano. Y confesaré a gritos lo que nunca me atreví a decirte. Lo haré aquí, calada por la humedad y a la luz de una farola. Antes de empezar quiero decir que he tratado muchos tipos de personalidades, a muchísima gente, y se de lo que hablo cuando juzgo sobre alguien, tanto para bien como para mal.


Si se trata de ti he de decir que me caes simpático, que me has sorprendido para bien, aunque los nervios y la intranquilidad te hacen pesado. Las miradas profundas que transmiten bienestar son de tus mejores armas pero no se pueden comparar con los abrazos y los besos tibios en en los días de frío a las 3 de la mañana. Si se trata de tu baile ambos sabemos que no es demasiado bueno pero no importa, sabes dejarte llevar por la música y hacerme reír. 
En cuanto a cosas menos superficiales, tu fortaleza me sorprende, creo que es lo que más, y me gusta que tengas esa personalidad tan fuerte y definida. Desde luego nadie dijo que lo de recuperarse rápido de un momento de bajón fuera fácil, pero poco a poco empiezo a pensar que quizá no tenga tanta dificultad. Me gusta que llames en el momento oportuno, que seas sincero y que hayas querido empezar esta nueva vida conmigo.


¡Ey! Me encanta que me hagas fotos.


Sé que la impuntualidad es tu punto débil, pero no me quejo, yo tampoco preciso de exactitud la mayoría de las veces. Sé que nunca vas a decirme todo lo que quiero oír, cosa que agradezco y seguramente tendré que repetirte las cosas cien veces y aún así no las recordarás, como la fecha de mi cumpleaños. Rara vez se te va a ocurrir algo medianamente cuerdo o cotidiano, tienes una imaginación desbordante y me apasiona, de verdad que si. Soy tu chica de bolsillo, dices, aunque no creo que sea tan pequeñita como para caber en uno y crees que si algo falla es porque tiene poca azúcar, pero a pesar de todo se que eres capaz de provocar un amanecer y reconozco que me encanta, sobre todo si va a acompañado de besos de mariposa y un café bien caliente.
Has sido un gran amigo desde el principio, alguien a quién en ciertos momentos importantes he tomado como punto de referencia, el primero en el que he pensado en llamar si me encontraba mal o si necesitaba un descanso,  el que ha conseguido hacerme ver que las cosas pueden ser posibles si crees que lo son. Has conseguido que al escuchar ciertas canciones llore, prometido que eso no era nada fácil y sobre todo has conseguido que tenga ganas de hacer, por encima de cualquier pero, lo que sea por ti. No me arrepiento de nada, como tampoco me arrepiento de echarte de menos cuando giro la cabeza y no encontrarte. Me gusta mucho que te guste Madrid tanto como a mi, y que además hagas que tenga más ganas de pasar el tiempo allí.
Esta tarde, por cierto, por un momento he visto en tus ojos que de verdad creías que ya no te quería. La idea más absurda, más ridícula, ¡como si hubiera alguna manera de que yo pudiera existir sin necesitarte!


Querido tú, eres mucho más de lo que te cuento aquí, no sé como hacértelo entender, no sé cómo ni por qué pero sobre todo sé que eres todo aquello que nunca pensé que serías.


QuiéroTE.

Y todo eso pasa últimamente.


Después de todo, ¿de cuántas maneras se puede destrozar un corazón y esperar de él que continúe latiendo? 
En los últimos días he sobrevivido a un montón cosas que deberían haber acabado conmigo, pero eso no me hace sentirme más fuerte. Al contrario, me siento tremendamente frágil, como si una sola palabra pudiera hacerme pedazos. Por otra parte me tranquiliza saber que los días sucesivos estarán llenos de alegría, de esa felicidad que confiere el equilibrio, el sentirse serenos, el no buscar más de lo que se tiene.

¿Sabéis lo que eso supone? ¡Conseguir ser invisibles por un eterno y efímero instante! Y bueno, es cierto que este tiempo puede inundar nuestros días de un color gris oscuro, pero yo apuesto porque, siempre, a pesar de las adversidades del camino, habrá alguien que consiga pintarlos de un gris más clarito, mucho más clarito.
Y los días pasarán. Días de estudio. Días de amor. Días importantes.

Seguro que no estábamos contando estrellas.

Desde hace unos días parece que se ha sumado un tiempo a mi vida para hacer lo que aún ni se me había ocurrido. Alguien me ha dejado abrir un nuevo camino en su vida, incluso el mio propio. Alguien sin un por qué definido ha acrecentado mis ideas, esas que hasta hace bien poco eran pequeñas partículas de polvo revotando en mi cabeza. Alguien ha provocado el movimiento de las comisuras de mis labios hacia los límites más inexistentes de la sonrisa perfecta. Alguien me ha devuelto las ganas de la superación, de la creatividad, de la no renuncia, y de querer, sobre todo de querer. Pero llegados a este punto no me importa. Me he dado cuenta de que la vida puede ser maravillosa, aunque en ocasiones duela tanto como algo que... no sé explicar.
Alguien a quien le he regalado mis ganas, mis provocaciones, mis secretos... casi todo mi yo. Con lo que espero que sepa cuidarlo porque me ha costado mucho hacerlo. Y hoy, ¡hoy me siento bien! No lo había gritado así desde hace muchísimo tiempo, pero es que esto me hace dar de mi lo que no tengo.
Hace tiempo pensé que contando las estrellas de cualquier universo la vida había querido que yo fuera luz, pero ese día no estábamos, precisamente, contando estrellas. Sé que el tiempo siempre impone su ley, pero siento felicidad ante el tiempo que como ya he dicho antes, alguien, me está regalando. ¿Por qué estamos aquí, si en unos cuantos millones de horas nadie nos va a recordar? Contestaré a eso diciendo que el mientras tanto hay que pasarlo de alguna manera, y... ¿por qué no en compañía de alguien que te quiera?
"Quizá vuelva a romperme, y a tener que soldar cada parte dañada con mucha paciencia y más de ese tiempo. Por eso, odio la música en los momentos rotos, porque siempre me hacen recordar." Solía decir. Y se acabaron los quizás, los peros y los pretextos. A partir de hoy crearemos universos, en las horas más oscuras me hará levitar. 
Empieza la recompensa por cada mala racha, por cada momento roto. Empieza la vida por simbiosis. Empiezas tú y empiezo yo. Empezamos nosotros.

En una calle de Madrid.

Un beso. Uno solo no. Otro y otro más. Manos entrelazadas, ojos que se buscan y encuentran espacios y panoramas nuevos. Esa vez, momento único que desearías que no acabase. 
Descubrirse, vulnerables y frágiles, curiosos y dulces. 
Una explosión.

Vamos a metabolizar la vida desde la cima del optimismo.

Un día te das cuenta de que las cosas vuelven a cambiar, amiga. Se acabó el mirar con sentimentalismo y melancolía a los días pasados, ya que gracias a ellos somos lo que somos, y porque ya es hora de cambiar y sonreír, pero con sonrisas de verdad, las de escaparate no me valen. Quiero sonrisas como las que me producen los días de lluvia, esos días en los que pasada la tormenta huele a tierra mojada. Vamos a ponerle una banda sonora distinta a cada amanecer, a cada paso que demos a partir de hoy, y vamos a entornar los ojos para hacer nuestro todo aquello que por estar demasiado cerca nuestros sentidos no ven, no oyen, no huelen y lo más importante, no tocan. Desde ahí arriba, desde el positivismo, el recorrido es más llevadero; estoy segura de ello aunque nunca lo haya probado. No desperdiciemos ni un solo segundo de nuestro tiempo porque lo que hoy es hoy, mañana será ayer. Somos jóvenes e inmortales, no lo olvidéis nunca, pero la inmortalidad es tan efímera como aquellos atardeceres veraniegos, así que hagamos un chocolate caliente con ella. Cada día, cada paso. Kamikaze pero jóven. Joven pero sensata. Me quedo con el sabor de esa última noche, ¿vosotros? Contádmelo en abril.

Como actores entre bambalinas.


En ese caso ¿qué haces para sentirte mejor? A mi, de momento, me consuela saber que dentro de muy poco podré abrir el cajón de las bufandas y que mi nariz empezará a formar parte del hielo cada mañana. Además en esos días de invierno te sientes como en una obra de teatro, el ambiente lo pide y tú aceptas. Si te fijas suele haber charcos en el suelo después de una larga e intensa tarde de lluvia y las noches se alumbran con pequeñas luces de colores. Sientes como el gran foco de luz blanca apunta hacia ti para cederte prioridad ante otros, y vuelves a ceder. Las grandes avenidas se llenan de gente, ruido y coches. Lo divertido o íntimo de esto es que puedes pasear de la mano con quien quieras y por donde quieras. Nadie va a sorprenderse, ya que sois vosotros los protagonistas de la obra, en la cual no habrá telón para anunciar el comienzo o el final, de eso nadie se preocupa, quedáis ocultos bajo el cartel de "nosotros somos luz y ellos están ciegos". Es tan solo una forma de sentirse e instantes en los que alargas al máximo cada suspiro en las subidas de felicidad, como actores entre bambalinas después del acto que acaban de interpretar mejor de lo que pensaban, lo saben por la intensidad de los aplausos que escuchan, en tu caso, o  en mi caso lo sabes por la intensidad que tengan los besos que te acaban de regalar.
Entonces esos días de frío, esos días en los que te has sentido tan bien, se quedan en ti para siempre. Y quizá algún día se olviden, pero por el momento son para siempre.

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