¿Qué verdad te ha quedado por buscar?
23:41
La
lluvia de hoy ha vuelto a dejar la tierra húmeda. Y ese olor, ese
olor que consigue enderezar cualquier día. Y al respirar te sientes
bien, te sientes libre y vulnerable frente a cualquier beso. Doy por
finalizada la etapa de los amantes de lo ajeno, por personas como él
merece la pena respirar. Diría que merece la pena todo. De un tiempo
a esta parte me he dado cuenta de cuál era mi lugar. Y estaba con él, muy cerca de él además. Y son tan
grandes las ganas de trazar esas líneas que me abandono a todo momento perdiéndome entre sus manos y echarle de menos
cuando no está, como ahora.
Una
vez hablé de que el amor era solo polvo, humo que al abrir las manos
se esfumaba sin hacer ruido. A la vez pedí que él supiera guiar mi
mano al trazar garabatos en mi papel arrugado, ese papel que solo se
arruga con la humedad de la lluvia, y confesé y vuelvo a hacerlo,
que me empaparía con sus lágrimas. Y sería capaz de juntarlas con
las mías y llegar a crear un material tan imperfecto que arderíamos
en él. Dije que no le pediría que se enamorara de mi, porque eso
significaría convertirse en humo. Pero ahora se que era la mejor
opción, y así lo hice, y así sucedió aquella noche. También sé,
y solo ahora lo sé, que aunque abra las manos nada saldrá de ellas
si no es un apretón de manos que le haga estremecerse y darse cuenta
de que todo irá bien. Y ahora tengo sonrisas que compartir. He
dejado de ser la perfecta y responsable señorita que encerraba los
impulsos en sus puños apretados. Y por fin hay días en los que mis
labios pierden los papeles... Todo gracias a la persona más maravillosa que ha podido existir. Todo por él, por él, por él.
Algo
que fue mio hace mucho tiempo y que nunca más pude compartir con
nadie. Por personas como la que llevo de la mano merece la pena cualquier tipo de espera,
cualquier lágrima, cualquier momento roto...
Y
que afortunada me siento por no poder dormir en esas noches porque él
no me lo permite y por tener conciencia del peso que tiene el tiempo
a su lado.
Él. Él era mi mayor verdad. Gracias por haber elegido ese asiento a mi derecha.
A veces no cabe la felicidad en lo ínfimo de una lágrima.
A veces no cabe la felicidad en lo ínfimo de una lágrima.
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